Ir al contenido
_
_
_
_

Unas misteriosas bandejas de la tumba de Tutankamón reabren el debate sobre los ritos funerarios del faraón

Dos estudios sobre estas artesas de barro, que hasta ahora se han considerado bases de otros objetos, defienden que en realidad formaban parte de un ritual vinculado al dios Osiris

Bandejas de la tumba de Tutankamón
Marc Español

El descubrimiento de la tumba casi intacta de Tutankamón en 1922 brindó a los amantes del antiguo Egipto un tesoro sin parangón para poder entender mejor las particularidades de un entierro faraónico de la época. Sin embargo, la magnitud del hallazgo fue tal que inicialmente algunos elementos pasaron más bien desapercibidos. Uno de estos fue un grupo de objetos colocados encima de una suerte de alfombra en una esquina de la cámara sepulcral que incluía cuatro emblemas de madera y cuatro misteriosas bandejas rectangulares de barro sin cocer.

Los registros de excavación sobre estas artesas de arcilla son un tanto escuetos. Todas ellas se catalogaron juntas y no aparecen entre las aproximadamente 1.400 imágenes que tomó el fotógrafo británico Harry Burton de la excavación de la tumba de Tutankamón. El arqueólogo que lideró la misión, Howard Carter, solo se refirió a ellas de pasada en su informe, en el que especula que aquellas “cuatro pequeñas artesas de arcilla” podrían haber servido como base de los “curiosos emblemas” hallados a su lado; una interpretación que ha cuajado hasta hoy.

Dos estudios recientes sobre estos objetos, sin embargo, plantean explicaciones alternativas sobre la función que estas bandejas podrían haber desempeñado en los rituales funerarios o en los conjuntos funerarios de los faraones de la época. El primero de ellos sugiere que, lejos de haber sido pensadas para simplemente acomodar emblemas, las artesas podrían haber sido en realidad cuencos de libación que formaban parte de un rito funerario asociado a Osiris, el dios de los muertos, la resurrección y del más allá —entre otros— en el antiguo Egipto.

“La cámara funeraria [de Tutankamón] parece estar preparada para recrear un rito funerario conocido posteriormente como el despertar de Osiris, en el que Horus [una importante deidad del antiguo Egipto e hijo de Osiris], o un heredero actuando como Horus, despierta al difunto (Osiris) para que pueda gobernar en el más allá”, asegura Nicholas Brown, arqueólogo de la Universidad de Yale y autor del estudio. “Creo que la tumba de Tutankamón es la primera prueba que tenemos de este ritual en una tumba real del Imperio Nuevo de Egipto”, propone.

Modelo de los platillos hallados en el entorno de embalsamamiento de Tutankamón. Imagen cedida por el Metropolitan Museum of Art.

Las enigmáticas bandejas de la tumba de Tutankamón no son las únicas que se han hallado. En total, se han descubierto alrededor de un centenar más en tres lugares distintos, incluidos dos pozos de embalsamamiento en el emblemático Valle de los Reyes, en el sur de Egipto, y en otra tumba real, aunque todas ellas datan del reinado de Tut en adelante. Brown nota, no obstante, que este reducido número de ejemplares podría explicarse porque el barro las hace muy frágiles y porque otras podrían haber sido desechadas por saqueadores de tumbas.

En su reinterpretación de estos objetos, Brown destaca que las bandejas parecen inadecuadas para sostener los objetos de madera colocados a su lado, y señala que ninguno se encontró de pie en las artesas sino apoyados en una pared de la cámara funeraria. Además, las bandejas se colocaron en una estera, por lo que considera que lo más probable es que tuvieran un rol propio. “Las artesas son demasiado pequeñas y poco profundas, y los emblemas demasiado altos y poco manejables para permanecer de pie en ellas”, observa Brown, lo que le lleva a pensar que “formaban parte de los ritos funerarios finales y/o eternos dirigidos al difunto”.

El arqueólogo considera asimismo que si uno de los fines de los ritos funerarios era devolver la vida al difunto y reanimar su cadáver en el más allá, las artesas podrían haberse rellenado con algún líquido como ofrenda al difunto o con motivos rituales. Además, que las bandejas fueran producidas con barro del Nilo sugiere, según Brown, otra posible conexión con la idea de la regeneración y con Osiris, que también era el dios de la fertilidad. De hecho, las artesas encontradas en la tumba de otro faraón, Horemheb, parecen presentar restos de agua.

Howard Carter Tutankamon

El análisis de Brown nota, por otro lado, que durante el breve reinado del joven Tutankamón se restauraron creencias tradicionales de ultratumba y de ritos y rituales funerarios de la realeza. Y propone que, como parte de este programa, los funcionarios que gobernaban en nombre del faraón podrían haber aprovechado la oportunidad para reinterpretar prácticas funerarias tradicionales de la corte, incluyendo una presencia más directa del dios Osiris.

“El predecesor de Tutankamón, Akenatón, reorientó las creencias religiosas del país hacia el monoteísmo centrado en el disco solar, Atón; y esto también afectó a las creencias oficiales de ultratumba enfocadas a la resurrección a través de Osiris, que no estaba permitida”, explica Brown. “Tutankamón y los funcionarios que actuaban en su nombre pudieron adaptar, alterar y cambiar la práctica funeraria real y devolver a Osiris a la escena”, agrega, y “las artesas de barro son un pequeño aspecto de este rito funerario religioso mucho más amplio y complejo”.

El otro estudio académico sobre la finalidad y los usos de estas misteriosas bandejas de barro, elaborado por el egiptólogo Jacobus van Dijk de la Universidad de Groninga, en los Países Bajos, está aún pendiente de publicar, pero ofrece todavía una explicación alternativa más. En su caso, sugiere que la respuesta al enigma podría hallarse escondida en un antiguo texto funerario conocido como el Libro de los Muertos y usado desde antes de la era Tutankamón.

En un fragmento de esta obra se llenan de leche cuatro pequeñas bandejas de barro en las que se apagan, al amanecer, las antorchas que han iluminado al difundo toda la noche, lo que se cree que simboliza la pronta resurrección del dios del Sol y de Osiris y, con ellos, también la de los muertos. La clave, expresa van Dijk, puede que se esconda en alguna de estas mismas bandejas, en particular las de la tumba del faraón Horemheb, que son las que aún preservan un residuo blanquecino o amarillo que, si se analizase, podría ayudar a esclarecer el enigma.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Marc Español
Escribe en EL PAÍS desde 2020. Desde El Cairo, su trabajo se centra principalmente en Egipto y Sudán, y sigue de cerca Gaza y Libia. Licenciado en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
_
_